En"Arte en Roma para la corte española",Museo del Prado, se exponen 23 obras de Gianlorenzo Bernini (1598-1660).De este gran artista los dos aspectos -personalmente- más atrayentes son: su faceta de urbanista-escenógrafo de la Roma de los Papas, y uno de los retratos, el menos aparatoso de los suyos pero el que debió serle más cercano.
Roma quedó marcada por su genio.Sus obras -junto con las ruinas de la Antigüedad,y una luz especial, imprimen un carácter único a la Ciudad y la convierten en el lugar mágico al que siempre se desea volver.
Busto de Constanza Bonarelli,tamaño natural, h1635. Bargello, Florencia.
BERNINI, escultor,arquitecto y algo pintor, tuvo especial sensibilidad para detectar en lo simbólico la capacidad de producir emociones y transformarlas en sentimientos religiosos.Amigo de los Jesuitas,llevó a cabo como pocos la disposición del Concilio de Trento de utilizar el arte como soporte de propaganda católica.
Hombre de mundo,brillante, cautivador y diplomático,logró permanecer como arquitecto del Vaticano con sucesivos papas sorteando el avispero de intrigas y ambiciones que era y es la corte pontificia.Su vida fue una sucesión de éxitos gracias al talento y a la firme confianza en sí mismo para realizar lo que era capaz de imaginar. Fue un triunfador puro,lo opuesto al trágico Borromini,con quien aprendió arquitectura trabajando juntos en el Palacio Barberini.
Es el gran escultor del Barroco y las numerosas visitas de Villa Borghese se rinden de admiración ante David,o los grupos de Apolo y Dafne,Plutón y Proserpina, o Eneas huyendo de Troya...,que representan -como en las "Metamorfosis" de Ovidio- momentos de transición que Bernini detiene un instante y transforma en esculturas de gran tamaño tratadas con acentuado dinamismo y libertad compositiva.
Su escultura remite al periodo Helenístico y a refinamientos manieristas y muestra con virtuosismo extremado, aspectos líricos o dramáticos, el fluir del movimiento y del tiempo o el conocimiento alquímico de convertir el mármol en cualquier textura, carne, telas cabello...o,en lograr expresar cómo cede la carne del muslo de Perséfone ante la presión impetuosa de la mano de Plutón...que señalan, con repetido éxito, los guías...a los turistas.
Sus materiales fueron mármol, bronce, travertino..., el Espacio que dramatizó con talento y la Luz, acentuada por el claroscuro de los pliegues de mármol o manipulada teatralmente,y dirigida,como reflejo sobrenatural.
Dominó todos los géneros pero sobre todo creó artefactos plásticos capaces de activar lugares para producir emociones combinando elementos clásicos y utilizando la exagerada escala o el asombro de encuentros inesperados : El Baldaquino de San Pedro, La Capilla Cornaro, La Plaza de San Pedro, la Scala Regia...
Constanza Bonarelli,mármol, tamaño natural, h1635. Bargello, Florencia.
El busto de Constanza Bonarelli queda grabado desde la primera vez que se está ante él, incluso sin saber que esa muchacha hermosa y poco sofisticada mantuvo un tumultuoso idilio con Bernini.Era la esposa del operario de su taller Matteo Bonarelli, y Rudolf Wittkower cuenta que el artista "estuvo perdidamente enamorado de ella y este romance fue tema de habladurías en toda la ciudad".
Es el único retrato privado que hizo y su cualidad de no parecer artificioso, como si fuera más verdad que escultura, hace que la crítica considere que abre el camino del retrato moderno.
Aunque Wittkower prevenga:"tiene una fuerza casi terrorífica", está en él la naturalidad y gracia que Bernini debió encontrar en la modelo. La refinada blusa,en su sencillez,se abre en el escote en un juego entre modesto y sensual que contrasta con la rotundidad de la composición y en su levedad resulta encantador.
El Baldaquino fue encargado en 1624 por el papa Urbano VIII, Maffeo Barberini. Situado sobre la tumba de San Pedro y bajo la inmensa cúpula,ocupa el lugar donde hubiera estado la tumba de Julio II nunca realizada y que tanto amargó a Miguel Ángel.
Bernini se inspiró en los baldaquinos de tela, transportables, que se utilizan en las procesiones e imaginó una estructura sólida, dinámica y monumental de 28 m de altura que uniera arquitectura y escultura.Cuatro gigantescas columnas salomónicas, inspiradas en dos que quedaban de la antigua Basílica de San Pedro -y que sugerían una relación con el Templo de Salomón-,crean un movimiento ascendente y sostienen una estructura con cortinas de bronce decorada con abejas -símbolo de los Barberini-. Está rematada con cuatro gigantescas volutas y ángeles en las esquinas, parte en la que colaboró Borromini.Fue un trabajo arduo y complejo de nueve años en el que Bernini mostró grandes dotes de organización.
El bronce se arrancó del pórtico del Panteón y los romanos satirizaron: "Quod non fecerunt barbari fecerunt Barberini" jugando con el apellido de Urbano VIII y recordando que en el siglo V, hasta el bárbaro Atila respetó el edificio romano.
Roma, Iglesia de Santa Maria de las Victorias,1645-52,Capilla Cornaro.( *ampliar)
En la iglesia de Santa María de las Victorias, Bernini se deja llevar por el pathos componiendo una escena de teatro dentro del teatro al representar a Santa Teresa en éxtasis y en los laterales, en palcos, miembros de la familia Cornaro, contemplando la visión.
Santa Teresa y el ángel están sobre un fondo de rayos de madera dorada iluminados por la luz difusa oculta detrás de las figuras para aumentar la sensación de prodigio.
El espacio escénico utilizado es el mismo del teatro a la italiana que nace en el Barroco, y llega hasta la actualidad
Plaza de San Pedro, 1656-67
Un espacio de 320 m de profundidad y 240 m. de diámetro delimitado por dos tramos de columnata formados por cuatro hileras de columnas en travertino de orden colosal.Casi 300 entre columnas y pilares y a pesar de ello una gigantesca estructura armoniosa, de gran belleza y coste ruinoso.
Fue encargo de Alejandro VII : una gran plaza que permitiera que el Papa fuera visto desde los dos lugares de sus apariciones públicas: la loggia para bendiciones de la fachada y las ventanas de las habitaciones privadas del Papa.Además el interior de la columnata debería permitir el paso de procesiones hasta la Basílica de San Pedro.
En el plano original hay otro tramo de columnata, no construido, que casi cerraría el óvalo, dejando limitados espacios de paso lo que suponía no ver el esplendor de la plaza hasta estar en ella, intesificándose así el efecto de sorpresa tan barroco.
Si la Plaza de San Pedro sigue asombrando,debió resultar apabullante para los romanos y peregrinos que llegaban a Roma.
Ciento cincuenta años después de terminado el proyecto de Bramante, Bernini, remató el programa con una plaza de grandeza y simbolismo adecuados:los brazos de la iglesia surgen de la fachada de la Basílica y se dilatan en un espacio elíptico para abrazar a los fieles. Las columnatas de orden toscano colosal están rematadas con entradas de templo griego.
Scala Regia, 1663-66.
Es el paso que pone en comunicación la Basílica de San Pedro con los palacios vaticanos. Bernini transforma un pasadizo accidentado y oscuro construido el siglo anterior por Antonio de Sangallo, utilizando las posibilidades de ilusionismo visual que permite el manejo adecuado de la perspectiva y crea una elegante escalera, amplia y luminosa.
El truco de ampliar ópticamente el espacio o alargarle por medio de la perspectiva ya lo había empleado diez años antes el inventivo Borromini en el Palazzo Spada aunque con objetivos diferentes.
Se compara a Bernini y a Miguel Ángel. Uno el gran escultor del Renacimiento y el otro del Barroco,ambos notables arquitectos y, en distinta medida, pintores...
Miguel Ángel,además, gran poeta,introvertido,insociable, trabaja solo.Bernini,comunicativo, sociable dirige un gran taller. Miguel Ángel realiza una arquitectura de invención,crea elementos y sistemas y su heredero será Borromini; Bernini hará su arquitectura de composición, combinando elementos arquitectónicos de la tradición.
La escultura de Miguel Ángel,es intensa, honda, monumental-por su concepción hasta en obras de pequeño tamaño; la de Bernini, brillante,de fluido sentido narrativo y virtuosa transcripción de las apariencias... Los dos trabajaron para el papado, Miguel Ángel entre polémicas y broncas sonadas, refugiándose furioso en Florencia a donde debió mandar una embajada con bandera blanca el belicoso Julio II. Bernini, como el hombre de mundo que era,agasajado y admirado, moviéndose como pez en el agua en las turbias aguas de la curia romana.
Aunque Miguel Ángel y Bernini son grandes escultores es difícil situarlos a los dos al mismo nivel:como si las esculturas bellísimas de Bernini fueran más superficie y les faltara la intensa vida interior y el drama que depositó Miguel Ángel en las suyas y que apelan al espectador a un nivel más profundo.
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