" Una civilización literaria no se construye a base de lecturas, sino de relecturas; quizá hasta una civilización a secas.[...]Releer es esa alianza discorde, reencontrar, reconocer y descubrir a la vez; encontrar lo que la lectura anterior o incluso alguna otra lectura no nos había revelado. El libro releído nos ofrece algo que ninguna lectura, por precisa que sea, podía darnos"./Giorgio Manganelli, 1990

domingo, 17 de enero de 2021

Franz KAFKA "En la galería"




Kafka y Chéjov  tan diferentes posiblemente sean los autores que más han influido en otros  escritores desde la aparición de sus obras.

Georges Seurat , El Circo 1891


EN LA GALERÍA

Si  una débil amazona tísica fuese obligada a dar vueltas sin interrupción durante meses en la pista del circo por un despiadado jefe que agita el látigo sobre un caballo que se tambalea, ante un público incansable, aleteando sobre el caballo, echando besos, cimbreando la cintura; y si ese juego se continuase en un futuro gris que una y otra vez se inicia incesantemente, acompañado de aplausos que se extinguen y vuelven a crecer, que son en realidad martinetes de vapor, quizá entonces un joven espectador de la galería se apresuraría a bajar la larga escalera a través de todas las gradas, se precipitaría sobre la pista del circo, y gritaría ¡alto! entre el ruido de las  fanfarrias de la orquesta siempre acorde.

Pero como no es así. Una hermosa dama blanca y roja entra revoloteando  a través de las cortinas que abren ante ella los orgullosos libreados; el director, buscando con fervor sus ojos, respira hacia ella en la postura de un animal, la coloca con precaución sobre el caballo tordo, como si fuera su nieta más querida que parte hacia un peligroso viaje, no puede decidirse a dar la señal con el látigo, finalmente, dominándose a sí mismo, la da restallando; anda parejo a los caballos con la boca abierta; sigue los saltos de la amazona con miradas penetrantes; apenas puede comprender su destreza; intenta prevenirla con gritos en inglés; exhorta furioso a los mozos que sujetan los aros a que presten una extremada atención; ante el gran salto mortal suplica a la orquesta con las manos levantadas que guarde silencio; finalmente desmonta a la pequeña del tembloroso caballo, la besa en ambas mejillas y no considera suficiente ninguna ovación del público, mientras que ella , sujetada por él, de puntillas rodeada de polvo, con los brazos extendidos, la cabeza echada hacia atrás  quiere compartir su felicidad con todo el circo. Como esto es así, el espectador de la galería apoya el rostro en la barandilla y, hundiéndose con la marcha final como en un profundo sueño, llora sin saberlo.              1919

                                
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 Franz Kafka, La metamorfosis y otros relatos, Cátedra

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