El arquitecto romano Carlo Aymonino ha diseñado un espacio interior para la escultura ecuestre del emperador Marco Aurelio, tan sugerente como el que creó Miguel Ángel en el siglo XVI en la plaza del Capitolio. La escultura, tras años de restauración, no ha vuelto a ocupar el antiguo lugar, donde ha sido sustituida por una copia, mientras el original se ha puesto a cubierto, después de casi dos milenios de intemperie. No ha perdido por ello solemnidad, en un ambiente que integra la ligereza de la arquitectura contemporánea y la gravedad del edificio renacentista.
En 1538 Miguel Ángel urbanizó la Plaza del Capitolio y situó la escultura de Marco Aurelio -que hasta entonces había permanecido en el Palacio de Letrán- como foco del conjunto.En su antiguo emplazamiento había deslumbrado a Donatello cuando en 1401 junto con Brunelleschi visitó Roma para estudiar los restos de la cultura clásica y esta obra fue el punto de partida para la realización de su Gattamelata, como también lo sería más tarde para el Colleoni de Verrocchio, las primeras esculturas ecuestres monumentales desde la Antigüedad.
En el nuevo emplazamiento se ha logrado una relación entre arquitectura y escultura armónica y elocuente: en un espacio semicircular en el que la luz parece flotar. Delante de las gradas, de teatro antiguo, un Hércules exento, también de bronce, y más allá restos de una escultura de Constantino a escala colosal, y,entre otras, escasas y muy elegidas, la temprana (etrusca) Loba Capitolina.
Estas esculturas de distintas épocas dentro de la historia de Roma son también fuentes para rehacer su historia. Fragmentos capaces de sugerir una totalidad:desde los inicios humildes,de la aldea de latinos , bien situada para cruzar el Tiber, hasta la decadencia a partir del siglo III. que llevaría al fin de la poderosa estructura política.
En sus orígenes Roma tuvo que defenderse de los pueblos vecinos para sobrevivir pero más tarde inició guerras ofensivas para adquirir territorios, mano de obra esclava y botines de todo tipo. Había desarrollado una avidez y una energía implacables capaces de integrar las rudas e incivilizadas tierras del Mediterráneo Occidental, -entre ellas Hispania- ,y los refinados reinos Helenísticos del Mediterráneo Oriental. Llegó hasta el Eufrates y ya en tiempos de Adriano hasta Escocia, separada de Inglaterra por la muralla que aún permanece.
En este espacio del Museo habitado por "testigos directos" es fácil evocar El corazón de las tinieblas. Nadie ha hecho emerger como Conrad la emoción, la tensión concentrada, el miedo y el misterio que tuvieron que sentir los legionarios romanos, antiguos campesinos de la penísula itálica,en las incursiones de conquista y dominio al adentrarse en lo desconocido. En las tierras enmarañadas por selvas o bosques, o caudalosos ríos, como cuenta Marlow, mientras el bergantín "Nellie" espera en el estuario del Támesis a que suba la marea para poder zarpar hacia las tierras conquistadas de el Congo, otra vez más arrasadas,"diecinueve siglos después".
Pero a mediados del siglo II había que mantener las fronteras en las que presionaban los germanos y las guerras fueron otra vez defensivas y costosas en recursos y hombres.En una de esas campañas, en el "limes" del Danubio, moriría el emperador Marco Aurelio, cuyo sentido del deber y responsabilidad le alejó del modelo de vida reflexivo y pacífico que hubiera elegido por temperamento. Murió el año 180,en plena campaña, en Vindobona (Viena).
La figura del emperador cuya filosofía fue sobre todo una ética de la sinceridad - Verissimus le llamó todavía adolescente el emperador Adriano jugando con su apellido familiar, de origen hispano, Vero- se salvó, de la fundición, porque los cristianos creyeron que era una imagen del Emperador Constantino que el 313, por el Edicto de Milán admitió el Cristianismo como una religión más del Imperio.
En esta escultura, el emperador aparece vestido no como jefe militar sino como filósofo,y pertenece todavía a un periodo en que los valores estéticos del ethos y la mímesis clásicos se mantienen.
Los fragmentos de la escultura de Constantino, más de cien años después, y ya en plena crisis, tienen otra estética: se va abandonado la mímesis, se potencia un expresionismo estilizado, que prima lo geométrico más que lo orgánico. Se dejan de lado las proporciones humanas y se prefiere el colosalismo atemorizador y la perspectiva jerárquica. Se valora el pathos, -las emociones visionarias de los ojos desmesurados con el claroscuro de las pupilas talladas- a el ethos, en un lento camino hacia el arte medieval sustentado ya por las estructuras y valores de otra sociedad.
Estos y otros pensamientos semejantes, recogidos en su obra, Meditaciones, reflejan la filosofía estoica, convertida en una ética de base humanística, de su autor el emperador Marco Aurelio, que dirigió el Imperio Romano en la segunda mitad del siglo II, desde 161 hasta 180 d.c.
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"Si la inteligencia nos es común, también la razón, según la cual somos racionales nos es común. Admitido eso, la razón que ordena lo que debe hacerse o evitarse, también es común. Concedido eso, también la ley es común. Convenido eso somos ciudadanos. Aceptado eso, participamos de una ciudadanía. Si eso es así, el mundo es como una ciudad. Pues ¿ de qué otra común ciudadanía se podrá afirmar que participa todo el género humano?"
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""El tiempo es un río y una corriente impetuosa de acontecimientos. Apenas se deja ver cada cosa, es arrastrada; se presenta otra, y ésta también va a ser arrastrada."
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"A los animales irracionales y, en general, a las cosas y a los objetos sometidos a los sentidos, que carecen de razón, tú, puesto que estás dotado de entendimiento, trátalos con magnanimidad y liberalidad;"
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"Medita con frecuencia en la trabazón de todas las cosas existentes en el mundo y en su mutua relación. Pues en cierto modo, todas las cosas se entrelazan unas con las otras y todas, en este sentido, son amigas entre sí; pues una está a continuación de la otra a causa del movimiento ordenado, del hálito común y de la unidad de la sustancia".
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"¿Acaso el sol estima justo hacer lo que es propio de la lluvia? ¿Acaso Asclepio, lo que es propio de la diosa portadora de frutos? ¿Y qué decir respecto a cada uno de los astros? ¿No son diferentes y, sin embargo cooperan en la misma tarea?"
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"Mi ciudad y mi patria, en tanto que Antonino, es Roma, pero en tanto que hombre, el mundo."
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"Contempla el curso de los astros, como si tú evolucionaras con ellos, y considera sin cesar las transformaciones mutuas de los elementos. Porque estas imaginaciones purifican la suciedad de la vida a ras de suelo".
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"Cava en tu interior. Dentro se halla la fuente del bien, y es una fuente capaz de brotar continuamente, si no dejas de excavar."
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"La luz de una lámpara, hasta extinguirse, brilla y no pierde su fulgor. ¿Se extinguirán con anterioridad la verdad que en ti reside, la justicia y la prudencia?
PD. sorprendentemente, su hijo y sucesor el Emperador Comodo se convertiría en un modelo de tirano paranoico y sangriento, lo que sugiere interesantes reflexiones sobre la importancia de génetica,educación,ambiente y otras cuestiones relacionadas.
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