"Homero no pone en duda los motivos que llevaron a los griegos a asediar la ciudad de Troya. Pero cuando Eurípides, a varios siglos de distancia, echa una mirada sobre esa misma guerra, ya está lejos de admirar a Helena y pone en evidencia la desproporción entre el valor de esa mujer y los miles de vidas sacrificadas en su nombre. En Orestes, le hace decir a Apolo:" Los dioses dispusieron que Helena fuera tan bella sólo para crear un conflicto entre griegos y troyanos y, con esa carnicería, aliviar la tierra del exceso de mortales que la entorpecían".
De repente, todo queda claro: el sentido de la guerra más célebre no tenía nada que ver con una causa cualquiera; su única meta era la matanza. Pero, en tal caso, ¿podemos hablar todavía de lo trágico? Pregunten a la gente cuál fue el verdadero motivo de la Guerra del 14. Nadie sabrá responder, aunque tan gigantesca carnicería está en el origen de todo el siglo que acaba de terminar y de todo su mal. (...) el desertor [ Kundera se refiere a la visión de Hasek en la novela, El Soldado Schwijk] es aquel que se niega a conceder un sentido a las luchas de sus contemporáneos. que se niega a encontrar grandeza trágica en las masacres. Aquel a quien le repugna participar como un bufón en la comedia de la Historia. Su visión de las cosas es muchas veces lúcida, muy lúcida, pero hace que su posición sea difícil de sostener; lo desolidariza de los suyos; lo aleja de la humanidad"...
Milan KUNDERA, El telón/ TusQuets
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