En este libro de cuentos Stephen Dixon ofrece la posibilidad de dos lecturas: leer cada uno de ellos como un relato que acaba en sí mismo o leer los treinta y un textos como una novela formada por distintos momentos de la vida del escritor Philip Seidel.
Pero cualquiera de las opciones que se elija, la lectura revelará por qué la crítica considera a este autor uno de los mejores cuentistas norteamericanos aunque sea un escritor en cierto sentido secreto y menos conocido de lo que merece.
Dixon es distinto en su sencillez abrumadora y mientras se lee sorprende que palabras sin un brillo especial y una sintaxis sin pirotecnias hayan sido activadas de alguna manera para producir esa clase especial de belleza. Debe ser el punto de vista, la mirada tan personal con que enfoca lo real en su totalidad y también la profundidad desde la que escribe y la proyección de pensamiento puro que tanto valoraba Naipaul en el estilo -en este caso, sobre lo mínimo, lo visto, lo vivido, o lo soñado.
ESPOSA EN REVERSO
Su esposa muere, los labios ligeramente separados, un ojo abierto.Él golpea la puerta del dormitorio de su hija menor y le dice: "Sería mejor que vinieras. Parece que mamá está por fallecer". Su esposa entra en coma tres días después de haber vuelto a casa y sigue así durante once días. Hacen una pequeña fiesta el segundo día de su regreso: salmón de Nueva Escocia, chocolates, un risotto que prepara él, queso brie, frutillas, champagne. Un vehículo de traslado médico trae a su esposa a casa.Dice: "Ya no quiero más asistencia vital, ni remedios, ni suero, ni comida". Él llama al 911 por cuarta vez en dos años, le dice al operador: "Mi esposa; estoy seguro de que es otra vez neumonía". A su esposa le colocan un tubo traqueal. "¿Cuándo me lo sacarán?", dice ella, y el doctor responde:"¿Para ser honesto? Nunca". "Su esposa tiene un grado muy grave de neumonía", les dice a él y a sus hijas, la primera vez,el médico de cuidaos intensivos, "y entre uno y dos por ciento de probabilidades de sobrevivir".Ahora su esposa usa una silla de ruedas.Ahora su esposa usa un carrito a motor. Ahora su esposa usa un andador con rueditas. Ahora su esposa usa un andador. Su esposa tiene que usar bastón. A su esposa le diagnostican esclerosis múltiple. Su esposa tiene problemas para caminar. Su esposa da a luz a su segunda hija. "Esta vez no lloraste", le dice y él contesta:"Estoy igual de feliz". Su esposa le dice: "Me parece que algo no anda bien con mis ojos".Su esposa da a luz a su hija.
El obstetra dice:"Nunca vi a aun padre llorar en la sala de partos". El rabino les declara marido y mujer, y justo antes de besarla, él se pone a llorar. "Casémonos·, le dice y ella dice:"Por mí está bien", y él dice "¿De veras?", y se pone a llorar."Qué reacción", dice ella, y él: "Estoy tan feliz, tan feliz" y ella lo abraza y le dice:"Yo también".Ella lo llama: "¿Cómo estás" ¿Quieres que nos encontremos y hablemos un poco?". Lo alcanza hasta la entrada de su edificio y le dice: "Esto sencillamente no está funcionando".En su primera cita verdadera vana un restaurante y él le dice."si me pongo tan quisquilloso sobre qué comer es porque soy vegetariano, cosa que estaba un poco reacio a decirte, tan pronto" y ella dice:"¿Por qué ? No es nada tan peculiar. Solo significa que no vamos a compartir la entrada, excepto las verduras". En una fiesta conoce a una mujer. Conversan durante largo rato. Ella tiene que dejar la fiesta para asistir a un concierto. Él le pide su número de teléfono. Le dice:"Te llamaré",y ella:"Eso me agradaría": Se despiden en la puerta y él le estrecha la mano. Después de que ella se ha ido, piensa:"Esa mujer va a ser mi esposa".
Stephen Dixon, Historias tardías, Eterna Cadencia, 2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario