" Una civilización literaria no se construye a base de lecturas, sino de relecturas; quizá hasta una civilización a secas.[...]Releer es esa alianza discorde, reencontrar, reconocer y descubrir a la vez; encontrar lo que la lectura anterior o incluso alguna otra lectura no nos había revelado. El libro releído nos ofrece algo que ninguna lectura, por precisa que sea, podía darnos"./Giorgio Manganelli, 1990

martes, 10 de marzo de 2015

ZURBARÁN pintor de incandescencias y bodegones





Katharine Kuh (1904-1994), crítica de arte, conservadora del Instituto de Arte de Chicago, y galerista, relata en Mi historia de amor con el arte moderno , la fascinación que le produjo    San Serapio  de Zurbarán   y el empeño que puso  para que lo adquiriera el Museo. Pero la autenticidad del cuadro fue cuestionada y la compra no se llevó a cabo. Con ese motivo explica la dificultad de definir el concepto de autenticidad en una obra arte y lo expone con dos  ejemplos: uno de Picasso (en torno al criterio de calidad y autoría) y otro de Leonardo (y la ejecución material de la obra).  Y explica qué  impidió que el Museo de Chicago adquiriera el "incandescente lienzo de Zurbarán" :
Francisco de Zurbarán, San Serapio, 1628, ól/lz,121 x 104 cm.
                                                                      
                                        
" En cierta ocasión se presentó en mi despacho del Instituto de Arte un señor con dos pequeños dibujos que portaban la etiqueta de "Picasso". Los dos me parecieron un tanto insustanciales. Incluso en sus años adolescentes, Picasso había estado por encima de tamañas fruslerías; o al menos eso creía yo. Sin embargo, para cerciorarme sugerí que se enviara una foto de los dibujos al artista. debo confesar que no me había esperado ninguna respuesta. Pero, al poco tiempo, recibimos un sobre con las fotos de marras, en cada una de las cuales aparecía escrito: "c'est de moi, Picasso". Esta anécdota nos da derecho a pensar en la gran cantidad de obras de tercera clase que deben estar incorrectamente  consideradas como falsas. El problema de la autentificación es que siempre ha dependido demasiado de juicios cualitativos. No nos gusta saber que un gran artista ha podido tener un mal día.¡Qué humilde me sentí al recibir aquellas fotos con la contestación del artista!"      
   El concepto de autenticidad es en efecto bastante problemático. ¿Cómo debemos juzgar La Última Cena de Leonardo, que se halla en Milán? ¿Podemos afirmar que , después de tantas restauraciones, resulta visible una sola y auténtica pincelada del artista? Esta pintura, verdadero icono del arte occidental, ha sufrido demasiados golpes, tanto por parte del hombre como de la naturaleza. Además, los propios contemporáneos del artista nos informas de que, ya desde el principio, la pintura fue inhabitualmente frágil, debido probablemente al mal secado de su fondo de yeso. ¿Cómo hemos de considerar entonces esta obra maestra: como una obra original de Leonardo o como el resultado de múltiples retoques?"   (1)     
   "En el Instituto de Arte de Chicago, durante cierto tiempo se acarició la idea de comprar San Serapio, una preciosa composición religiosa de Zurbarán, y al final el museo decidió hacerlo previa aprobación de los fideicomisarios.Cada día estábamos más entusiasmados con la obra, pero finalmente devolvimos el óleo a su propietario neoyorquino, el marchante David Koetser. Tras un detenido examen con rayos ultravioleta, descubrimos que la superficie del lienzo estaba bastante desgastada y que la mano izquierda del santo estaba completamente repintada. Además varias partes de la oreja, mandíbula y cuello habían sido también retocadas. Muchos años después, al contemplar San Serapio  colgado de las paredes del Ateneo de Wadsword, Hartford, el lienzo me pareció mas bello que nunca, y desde entonces no he dejado de preguntarme qué es lo que constituye realmente la autenticidad. "
                                                                   ******
En esta representación de San Serapio, -fraile mercedario  martirizado en en el norte de África en el siglo XIII- los  pliegues del hábito  ocupan la mayor parte del lienzo  y crean una monumentalidad luminosa que contrasta con el fondo  abstracto  que sugiere un vacío ilimitado. Aunque es una imagen de martirio  el pintor ha huido  de lo melodramático  y truculento para transmitir el dolor a través de la agitación e iluminación de los paños, el abandono del cuerpo y   el patetismo del rostro, 
El joven Zurbarán se muestra ya como  un prodigioso  pintor de blancos  y texturas :la blanca lana  del hábito está construida con numerosos matices de color  y tonos propios de un gran colorista  para lograr la luminosidad que surge del interior y lleva a Katharine Kuh a hablar de incandescencia. A la derecha de la figura en una pequeña cartela  -pintada como si perteneciera a otra realidad, la del espectador, y hubiera sido adherida al lienzo- están la firma y la fecha. 
Francisco de Zurbarán (Fuendecantos 1598-Madrid,1664)  es uno de los grandes pintores del barroco español, de la misma generación que Velázquez del que fue  amigo. Cultiva la forma escultórica y el claroscuro acentuado de influencia caravaggista que Velázquez abandonaría pronto.San Serapio  que es una pintura  tratada con  el naturalismo y el tenebrismo del Barroco, refleja el ideario  de la Contrarreforma en uno de sus temas preferidos:el martirio. 
El  santo no está idealizado, podría ser el mismo Zurbarán ( del que no queda ni autorretrato  ni retrato  conocidos) o un joven labrador, cualquiera... Eso es lo que pedía la Iglesia que se representara a los santos de forma que el fiel comprendiera que  él también podría llegar a la santidad.Sucedía en la católica España del siglo XVII, -todavía gran potencia política- y en la que la Iglesia era tan  poderosa como es difícil de entender hoy . 
Zurbarán es un artista sin retórica y representa la más elevada religiosidad con entrega y sin esfuerzo. Sus imágenes reflejan el repertorio  preferido de propaganda contrarreformista: cristos, inmaculadas , vidas de santos y mártires, y logra conmover  por su sencillez compositiva y elevada espiritualidad. Es un gran pintor de monjes porque sus clientes  más importantes  fueron las órdenes religiosas. 
También fue un  pintor de bodegones en los que como el cartujo Sánchez Cotán  logra con sabiduría dotar a  lo humilde cotidiano  de misterio y trascendencia.




Realizó su aprendizaje en Sevilla donde conoció  a Velázquez que muchos años después le recomendaría en la Corte para participar en la decoración  del Salón de los Reinos. En Madrid tuvo que realizar escenas bélicas y mitologías y en  Los trabajos de Hércules  quedan patentes sus limitaciones en la  composición y el desnudo; No destacó en estos géneros y regresó a Sevilla  donde le llovían encargos de conventos y monasterios.
En los   retratos femeninos "a lo divino"  representa a santas como elegantes damas de la sociedad de entonces pero  con algún atributo que hace referencia a su  biografía espiritual y muestra que son en realidad imágenes religiosas 
Juan Antonio Gaya Nuño escribió  que Zurbarán fue un Velázquez sin suegro, como si no tuviera la fama merecida debido a ello. Aludía al gran "marchante" que fue  Pacheco para Velázquez que supo valorarle, promocionarle y proyectarle hasta la Corte de Madrid. Pero Zurbarán y Velázquez son distintos. Los libros de la pequeña pero selecta biblioteca de Velázquez,  lo complejo de sus composiciones, su comprensión de cómo funciona la visión,  la amplitud del ambiente social en que se movía  como funcionario en la corte del mayor monarca del mundo,  los viajes... En Velázquez  el talento es más dilatado: lo componen un total dominio técnico, una certera intuición, un  potente pensamiento visual, una indagadora capacidad de innovación y riesgo, un  vigor intelectual que se pueden percibir cada vez que alguien se sitúa frente al misterio indecible de Las meninas o de Inocencio X..., o cualquiera de sus obras.



(1)- 22 oct.16:Unas  palabras de Miró pueden ayudar a entender cómo el valor estético  permanece en La Última Cena de Leonardo  a pesar de la práctica destrucción de la aportación directa del artista.
"Más que el propio cuadro, lo que importa es lo que arroja al aire, lo que difunde. Poco importa que el cuadro sea destruido. El arte puede morir, lo que cuenta es que haya difundido gérmenes por la tierra. El surrealismo me gustó porque los surrealistas no consideraban la pintura como un fin. No hay que preocuparse, en efecto, de que una pintura permanezca tal cual, sino más bien de que esparza gérmenes, de que difunda semillas de las que nazcan cosas." 
Joan Miró, Yo trabajo como un hortelano, 1983


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Katharine Kuh, Mi historia de amor con el arte moderno, Turner-F. de Cultura E. 2007



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